
El gobierno de George Bush ha dejado un mundo más inseguro, más empobrecido e indefenso, donde diariamente se dinamitan las bases del derecho internacional y la convivencia pacífica mundial.
Con los ojos puestos en Europa, durante la etapa republicana la Unión Europea no ha jugado un papel autónomo en su política exterior, permitiendo el uso de su espacio aéreo a la CIA para el transporte de detenidos al margen de la ley, la instalación del escudo antimisiles en la frontera con la Federación Rusa o el reconocimiento de Kosovo en contra del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Con la nueva administración demócrata al frente de los Estados Unidos, debe nacer una oportunidad para iniciar un diálogo fluido y avanzar en la cooperación con Europa; una oportunidad basada en el respeto por la legalidad internacional y de los derechos humanos.
La llegada de un afro-americano a la Casa Blanca, es sin duda un hito histórico, que trae aires de cambio y de "justicia histórica" en un país donde el apartheid forma parte de la memoria colectiva y donde, aún hoy, las minorías raciales siguen siendo duramente discriminadas. Sin embargo, queda por ver hasta que punto Obama es sinónimo de cambio, y avance social. A Obama muy pronto habrá que preguntarle si levantará el, también histórico e injusto embargo a Cuba, si respetarán las resoluciones de Naciones Unidas, y el protocolo de Kyoto, y que hará con las cárceles secretas y los prisioneros de Guantánamo. Será entonces, cuando sabremos hasta que punto la victoria de Barack Obama ha permitido que la razón, el humanismo y el compromiso social tengan un lugar en los Estado Unidos, o si bien servirá para poner un rostro amable al frente de la remodelación del mismo sistema capitalista, que día a día pone en jaque los derechos fundamentales de las personas y los pueblos.