En 2008 se cumplen 10 años de la aprobación del Código de Conducta de Exportación de Armas de la Unión Europea. A pesar de que a nivel técnico, en 2005 se llegó a un acuerdo en la UE para convertir el Código de Conducta en una Posición Común de ésta, la falta de voluntad política de muchos estados miembros lo ha impedido.
Esta falta de voluntad se demuestra a través de la inexistente transparencia en los flujos de exportaciones y en la insuficiencia en la recolección de datos de exportaciones de armas comparables entre los estados. La no aplicación del Código de Conducta y la imposibilidad de controlar a los intermediarios ha provocado que armamento procedente de la UE, a través de las re-exportaciones apareciera en países como Afganistán, Irak, Colombia, Chad, República Democrática del Congo, Marruecos o Israel.
El Parlamento Europeo no puede quedarse callado ante esta situación, y debemos exigir, la aplicación rigurosa de este Código en todos los países miembros de la UE, la adopción del mismo como Posición Común, y la inclusión en el Código del material de doble uso.
Si la UE no asume su papel de vanguardia en este tema perderá toda credibilidad en la negociación de un Tratado Internacional sobre el control de comercio de armas. Lamentablemente no parece que la UE vaya en este sentido. Con la aprobación del Tratado de Lisboa la UE fomenta el fortalecimiento del sector armamentístico, aumentando las exportaciones de armas, y por tanto incrementando la dificultad de control de las mismas.
El Código de Conducta hoy en día se ve amenazado por esta falta de voluntad política de los países de la UE, que practica el doble juego de la intención y la acción. Es el momento de que la UE mejore su coherencia a través de los instrumentos que posee de control de armas y de su papel estabilizador y de mantenimiento de la paz. Supuestamente la política exterior de la UE está comprometida con la paz, los derechos humanos y el desarrollo, pero hoy por hoy el Código de Conducta de exportación de armas es papel mojado.
Esta falta de voluntad se demuestra a través de la inexistente transparencia en los flujos de exportaciones y en la insuficiencia en la recolección de datos de exportaciones de armas comparables entre los estados. La no aplicación del Código de Conducta y la imposibilidad de controlar a los intermediarios ha provocado que armamento procedente de la UE, a través de las re-exportaciones apareciera en países como Afganistán, Irak, Colombia, Chad, República Democrática del Congo, Marruecos o Israel.
El Parlamento Europeo no puede quedarse callado ante esta situación, y debemos exigir, la aplicación rigurosa de este Código en todos los países miembros de la UE, la adopción del mismo como Posición Común, y la inclusión en el Código del material de doble uso.
Si la UE no asume su papel de vanguardia en este tema perderá toda credibilidad en la negociación de un Tratado Internacional sobre el control de comercio de armas. Lamentablemente no parece que la UE vaya en este sentido. Con la aprobación del Tratado de Lisboa la UE fomenta el fortalecimiento del sector armamentístico, aumentando las exportaciones de armas, y por tanto incrementando la dificultad de control de las mismas.
El Código de Conducta hoy en día se ve amenazado por esta falta de voluntad política de los países de la UE, que practica el doble juego de la intención y la acción. Es el momento de que la UE mejore su coherencia a través de los instrumentos que posee de control de armas y de su papel estabilizador y de mantenimiento de la paz. Supuestamente la política exterior de la UE está comprometida con la paz, los derechos humanos y el desarrollo, pero hoy por hoy el Código de Conducta de exportación de armas es papel mojado.
